lunes, 31 de marzo de 2008

asfixia


y amurrada pensaba en cómo lo haría. y se le venía todo al cuerpo, a la voz, a las venas lustrosas que le habían aparecido por las piernas, por el torso, por su cuello. sobre todo a la boca, esa misma que le habían mordido, la misma que había negado, escondido a los otros. pensó en el rey. pensó, esto no es vida. esto no es vida, se repetía la perla, maldita, ennegrecida, con las nervias como tenazas, con las yeguas histéricas por ahí. se le volvía irregular el pescuezo. y la suelta la seguía de lejos, la seguía y disfrutaba, de éste, su nuevo momento para tantear, gatear, para ver qué pasaba, por dónde se iría ahora.

domingo, 30 de marzo de 2008

jodida


a diestra y siniestra peleaba como nunca. que se le iba la redondez, que se le ponía tirante la voz. que entraba y salía, que no la dejaba ser: esa otra, la suelta, que le daba porque volviera a metérsela dentro. y la perla decía que no, que quería seguir rodando por ahí. y la perla decía que no, que ya pasará. pero la suelta hinchaba y jodía tanto, pero esta vez más lenta, con menos decisión.

viernes, 28 de marzo de 2008

cuesta

y se llenaba de aromas por los tumultos, los secretos olores que le andaban corriendo por ahí. y le parecían que eran espesas, que eran hoscas las quejumbres del dolor. casi sin anestesia, la perla tomaba formas irregulares otra vez. entonces la suelta agarraba más fuerza, y mientras a la otra se le corría la pintura de los ojos, la suelta iba y venía con ganas, con la misma tediosa voluntad de su vacío, de sus terroríficas ganas por comenzar a agarrar.

martes, 25 de marzo de 2008

silencio

entre los restos que quedan de sí, la suelta planea cómo hacerlo para no caer, para no volver a caer.

jueves, 20 de marzo de 2008

tersa


y el joyero la miraba entre las luces que hacían hervir el torso, los costados, la miel que le corría por los muslos, el pecho, el cuello. nunca la vio más pulida. nunca pudo entender qué se traía entre esa redondez, entre esa manera en que lo miraba medio rendida, medio dispuesta a seguir, a seguir por él. y se entrelazaban en un reguero de saliva y ofrendas. y se decían de todo al oído entre actos. y ella le decía estoy a punto, a punto de irme, de irme por ti.