
y sí, la perla cayó redonda en las aristas de la joya, redonda y pensando, no sé qué me pasa, pero algo ando trayendo en la carne, en el cutis antes ajado de tanto chillar. y eran palabras las que se caían solas entre las crines de las yeguas que ya no parían, que pastaban y meaban miel. entre la miel y el brillo de la joya, la perla se miró colapsada por lo sereno que tenía el rostro, por la desaparición de la torpe necedad. y así siguió posando y observándose entre la miel y la joya, posando; porque no sabía hacer otra cosa, porque era lo que más le gustaba hacer.