jueves, 3 de abril de 2008

voiceless


muérdeme le decía, y era el pecho lo que le marcaba el joyero, vapuleando con su herrumbe preciosa. y mientras la perla se regocijaba en estos sustentos, estos sustratos que la tenían tomada del pelo, la suelta se perdía en imprecisas, en imperiosas tosquedades de angustia, de pena, declivando en veneno, en torturas, en ella misma.

5 comentarios:

Pablo Fernández dijo...

este texto está la raja.
madmoiselle ilabaca.
beso washita.

[][][]SIREN[][][] dijo...

MISHIMA!!!

Pablo Fernández dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=MZU_I8Rin30

María Muro dijo...

bellísimo, Paula.

Fontana dijo...

Un gusto encontrar a la suelta.