
y esta es la cadena de oro. y este es mi corazón. nada más hay en estos caprichos, no encontrarás nada más, decía la suelta mientras se quedaba alimentando a las yeguas, dándoles leche, manipulando la miel. estriada, histérica, llena de volutas extraidas de las últimas digestiones, de las últimas arcadas que había ido guardando por ahí. esta es mi cadena, repetía como en un rezo, esta es mi cadena, y este es mi corazón.