aún quedan hábitos de antes. aún quedan malformaciones, espacios sin rumbo en la quejumbre de la histeria. aún quedan dando vueltas torsos tétricos, indeseables, característicos de los días en que en la cama naranja se iba y se iba sin saber hacia dónde. aún quedan espacios en su corazón. aún quedan espacios temidos, costrosos, coléricos. aún le quedan risotadas a la perla, aún le pasan por encima esos restregones lejanos, esos llantos por el ojo denso, sin lágrimas. aunque ella diga, aunque ella no lo diga, aunque camine en pelotas por la casa, mirándose en el espejo disléxico, en las maneras que la han hecho sobreponerse, rígida, regia. sin embargo, aún se retuerce en el fondo de una madeja de lana negra, en la que la perla se atrapa y no sabe, no sabe cómo poder salir. sin embargo todos la miran y dicen, cómo brilla, cómo encandila esta otra.
lunes, 21 de enero de 2008
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